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Macro fotografía de un microchip
con apéndice
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Hace
algunos años los abducidos empezaron
a contarnos extrañas historias de minúsculos
objetos que sus raptores habían introducido
en diferentes partes de sus cuerpos.
En la actualidad la ciencia,
de la mano de los investigadores, ha encontrado
y extraído varios de esos pequeños
artilugios. Aunque las conclusiones no son
de dominio público se podría
decir que en los últimos tres años
la investigación en el campo de los
implantes ha dado un paso de gigante y muy
posiblemente estemos a punto de abrazar la
evidencia definitiva de que hay otros mundos
pero no están en éste.
La primera vez que científicamente
se realizó una operación para
extraer un implante del cuerpo de un abducido
fue en 1992 en el Instituto Tecnológico
de Massachusetts (M.I.T.),
una de las universidades técnicas más
importantes del mundo, donde tuvo lugar un congreso
para estudiar el fenómeno de las abducciones,
organizado por el profesor de Psiquiatría
de la Universidad de Harvard, John Mack y el
doctor en Física David E. Pritchard del
M.I.T.
Para ello se utilizó
un espectrómetro de masas de iones secundarios
con el que se bombardeó la superficie
del minúsculo objeto a fin de estudiar
los iones resultantes. El doctor Pritchard se
sintió tan interesado que después
del congreso hizo el seguimiento del estudio
del implante. Estos objetos fueron examinados
además en el Laboratorio Wellman de Fotografía
Médica, dependiente del Hospital General
de Massachusetts, especializado en el estudio
de cuerpos anómalos en el organismo humano.
En agosto de 1995 entra en
escena el doctor Roger Leir, actualmente uno
de los investigadores más comprometidos
con el tema de los implantes, en tándem
con Derrel Sims que, como ya he escrito en otra
parte, no es santo de mi devoción.
Chaparrito, de aspecto algo
rudo y con un fuerte acento típicamente
californiano, Roger Leir tiene la apariencia
de un hombre bueno. Es especialista en cirugía
del pie y ha participado en la investigación
de reconstrucción y regeneración
de tendones y en la de sustancias para la reconstrucción
de pies. Llegó a la investigación
ovni por el final; me explico: a través
de los implantes, debido a su profesión,
hace tan sólo unos tres años.
Leir tuvo dos experiencias
cercanas a la muerte (ECM).
Una de ellas tuvo lugar cuando su pequeño
avión de alquiler que él mismo
pilotaba, se estrelló. Se vio a sí
mismo en un túnel luminoso embargado
de una gran paz y bienestar cuando una voz fuerte
y autoritaria le dijo:
"Vuelve atrás". Curiosamente
este cirujano es primo hermano de Kenneth Ring
que por aquel entonces aún no había
publicado su Proyecto Omega. Fue más
tarde en una reunión familiar cuando
los dos primos se encontraron y pudieron contarse
sus mutuas experiencias.
En el transcurso de nuestra
agradable charla en Los Ángeles donde
los dos participábamos como ponentes
en un congreso, le preguntamos si nunca se había
interesado en los ovnis hasta que se encontró
con sujetos que llevaban aparatos de extraña
procedencia en sus cuerpos. Éstas fueron
sus interesantes palabras: "Sí,
de alguna manera, siempre me interesaron los
ovnis. Recuerdo que un día, cuando yo
tenía doce años, mi padre entró
en la cocina muy excitado agitando un periódico
en sus manos y diciéndole a mi madre
que la Fuerza Aérea había capturado
un ovni en Roswell.".
Me parecía que el hombre
que tenía ante mí era demasiado
sincero y pensé que quizás Derrel
Sims se había aprovechado de él
captándolo para su causa y quise saber
cómo lo habían contactado. Me
sacó de dudas rápidamente: "No,
no me contactaron. Fui con una amiga a una conferencia
del grupo de MUFON de Santa Bárbara en
la que hablaba Derrel Sims sobre los extraños
objetos encontrados en los cuerpos de algunas
personas. Me pareció que era una chifladura
y quise largarme de allí, pero mi amiga
me dijo: "Espera hasta
el final. Esto es muy interesante y no vas a
perder nada". Esperé y en
efecto las cosas que dijo Derrel referentes
a los tejidos que estaban pegados a ciertos
implantes me interesaron porque aquello era
lo mío. Después hablé con
él y fui yo quien le propuso que trabajáramos
juntos. Él conocía a muchos abducidos
que alegaban tener implantes y yo era cirujano
y conocía a otros profesionales que podían
estar interesados en participar en las operaciones.
En el libro que acabo de regalarte cuento cómo
se desarrolló todo desde el principio
y cómo empezamos a recibir ayudas económicas
para financiar las investigaciones".
La mayor parte de las investigaciones
fueron financiadas por la Bigelow Foundation
y el NIDS (National Institute for Discovery
Science). El NIDS les exigió una
total discreción de cara a la prensa.
Nada debería ser publicado hasta que
las investigaciones fueran concluyentes. A cambio,
recibirían todo el apoyo económico
necesario para su estudio, tendrían a
su disposición los mejores laboratorios
del mundo y extrema perfección y minuciosidad
en los análisis. Éstos serían
realizados por los mejores científicos
de los Estados Unidos. Y además existía
la posibilidad de que alguna revista científica
publicara algo sobre los implantes.
A partir de ahí les
empezaron a llegar no sólo personas que
alegaban tener un implante, sino otro tipo de
evidencias relacionadas con el fenómeno
ovni, entre ellas "un
trozo de metal del platillo de Roswell".
En la investigación de laboratorio de
este material participó el doctor Russell
VernonClark de la Universidad de California
en San Diego. Éste estaba muy entusiasmado
porque había encontrado "isótopos
extraterrestres. Es decir, un material que no
existe en la Tierra".
El 4 de julio de 1997 mientras
un grupo de investigadores españoles
nos reuníamos en Murcia en un congreso
organizado por Joaquín Abenza para celebrar
el cincuentenario de Roswell, otro gran congreso
tenía lugar en el mismo escenario del
incidente de 1947. Chris Wyatt, un productor
independiente de la CBS le sugirió al
doctor Leir presentar la evidencia del trozo
de metal, avalada por el análisis científico
del doctor VernonClak que también participaba
como ponente. Éste creía que sus
descubrimientos harían estremecerse a
los científicos del mundo. Allí
se congregó toda la prensa de Estados
Unidos para cubrir la información del
evento. Pero tuvieron la mala suerte de que
el día que se presentaban los resultados,
aterrizaba el Pathfinder en Marte y toda la
información se centró en este
hecho. De esta manera quedó eclipsada
una de las noticias más importantes de
la historia. Por si esto fuera poco, un periodista
de la Associated Press se puso en contacto con
la Universidad de California para pedir información
sobre el doctor VernonClark. Desafortunadamente
- esa fue la explicación-escribió
mal el nombre y la computadora respondió
que no había ningún científico
con ese nombre en dicho centro. La noticia que
dio la Associated Press fue que uno de los participantes
en el congreso de Roswell, que aseguraba haber
encontrado pruebas científicas de que
lo que se había estrellado hacía
cincuenta años era de otro planeta, decía
ser un científico de la Universidad de
California y que puestos en contacto con la
entidad se había descubierto que no era
cierto. Cuando al cabo de unos días los
interesados comprobaron lo ocurrido se pusieron
en contacto con la AP y les pidieron que rectificaran
la noticia. La agencia reconoció su error
y rectificó pero el daño ya estaba
hecho; la rectificación apareció
sólo en dos periódicos mientras
que la mentira había aparecido en sesenta.
El doctor Leir tiene aún duda sobre si
esto se había debido realmente a un error
o había algo más detrás.
Estos comentarios que parecen alejarnos un poco
de los implantes, nos hacen reflexionar una
vez más sobre las trampas que los organizadores
del encubrimiento tienden cada vez que ven que
el fenómeno puede escapárseles
de las manos.
Volviendo al tema de los implantes,
las primeras muestras enviadas a los laboratorios
eran tejidos blandos que rodeaban a los objetos
extraídos y que habían sido cuidadosamente
separados. Algunos de estos tejidos tenían
un color anormal; otros eran enviados por alguna
otra razón. La preparación de
muestras se realizaba como en cualquier otra
operación quirúrgica. La sumergían
en una solución de formol y cada espécimen
estaba identificado con el nombre del paciente,
la fecha de la operación, el procedimiento
que se había seguido, el cirujano que
lo había practicado y el diagnóstico
preoperatorio. La única nota que le ponían
era "tejido blando adyacente al cuerpo
extraño". Para que los laboratorios
hicieran un análisis "ciego y doble
ciego", no enviaban más datos que
los estrictamente necesarios. Las primeras muestras
que se enviaron habían sido obtenidas
del dedo gordo del pie izquierdo de una paciente
de nombre Patricia, el 18 de mayo de 1995; la
segunda muestra fue de la mano de un hombre
llamado Paul. Cuando Leir recibió los
resultados de los análisis se quedó
estupefacto y así lo demuestra en estas
palabras: "Uno de los hallazgos más
asombrosos fue la gran cantidad de nervios proprioceptores
que se encontraron dentro de la muestra. No
había una justificación anatómica
para que estas células nerviosas especializadas
estuvieran rodeando un cuerpo extraño
que estaba dentro de un ser humano, pegado a
un hueso". En general, las pequeñas
células nerviosas especializadas que
tan boquiabierto dejaron al doctor Leir se encuentran
en zonas como las yemas de los dedos y sirven
para conducir sensaciones como presión,
temperatura y suavidad táctil. Su función
es la de enviar mensajes a través de
la espina dorsal a los músculos de las
extremidades inferiores. Leir se preguntaba
qué objeto tendrían estas células
dentro de tejidos blandos del dedo gordo del
pie y pegados al hueso.
Otro resultado sorprendente
fue la completa ausencia de una inflamación
microscópica en las muestras de tejido
y así nos lo manifestó: "Viendo
esto en los resultados de los laboratorios,
me preguntaba si no habría cambiado la
manera de reaccionar el cuerpo humano desde
que yo hice mis estudios de medicina. Me pasé
horas sentado en mi computadora buscando literatura
médica sobre esto. Al final de mi investigación,
había comprobado que fundamentalmente
nada había cambiado. En resumen, no existe
literatura médica que admita la posibilidad
de que una sustancia extraña pueda ser
alojada en el cuerpo humano sin que los tejidos
adyacentes reaccionen. Nuestro sistema de defensa
llamado sistema reticuloendotelial entra inmediatamente
en acción en cuanto un elemento extraño
penetra en el cuerpo". La gran pregunta
de Leir y su equipo era por qué no se
había producido ninguna reacción
inflamatoria contra los cuerpos extraños
que habían extraído.
De las
ocho operaciones realizadas hasta agosto de
1998, en cuatro de ellas se encontraron objetos
metálicos ajenos al cuerpo, cubiertos
por membranas oscuras, grises y brillantes que
no pudieron ser abiertos con el bisturí.
Estas membranas estaban compuestas de coágulo
proteínico, hemosiderina y keratina.
Estas tres sustancias se encuentran en el cuerpo
pero según las investigaciones del doctor
Leir y su equipo, nunca se han encontrado combinadas
de esta manera, según la literatura médica
existente. Esta puede ser la causa de que no
haya inflamación en los tejidos adyacentes
al cuerpo extraño.
La operación del caso
octavo en agosto de 1998 fue realizada en la
NBC y transmitida en directo para todo Estados
Unidos. El sujeto tenía un implante en
la mano. Cuando se lo extrajeron ante las cámaras,
presentaba un aspecto similar a las dos semillas
de melón que el doctor había obtenido
en 1995. Hubo que grabar por separado todas
las partes de la operación. Las partes
de tejido blando que se extrajeron se separaron
y se colocaron en contenedores sellados, manejados
únicamente por el patólogo. El
objeto metálico extraído también
se metió en un recipiente que luego sellaron
ante dos testigos. Después de 24 horas
el envase fue llevado a la consulta del doctor
Leir y allí se abrió ante las
cámaras de televisión. Sacaron
el objeto del fluido biológico y lo colocaron
en un receptáculo seco que fue inmediatamente
sellado y entregado a un representante de la
NBC. Después de otras 24 horas quitaron
la cubierta biológica y crearon dos muestras,
una biológica y otra metálica.
La primera se le entregó al patólogo
y la segunda fue nuevamente sellada en otro
contenedor que a su vez fue colocada en una
caja metálica bajo llave. Un mensajero
llevó la caja a un laboratorio metalúrgico.
Al día siguiente el
doctor Leir recibió una llamada del patólogo
asistente diciéndole muy asustado que
cuando se disponía a poner el recipiente
que contenía el suero sanguíneo
que previamente había envuelto el implante,
repentinamente se había dado cuenta que
tanto el contenido como el continente emitían
una fluorescencia. Se sintió tan atemorizado
que no quiso seguir con aquello hasta que no
llegara el patólogo jefe.Conviene señalar
que esta extraña fluorescencia, también
se ha encontrado en los cuerpos de algunos abducidos.
En cierta ocasión una señora que
había tenido estas experiencias fue a
visitar al doctor Leir. Éste usó
una luz ultravioleta para examinar algunas partes
de su cuerpo y observó una fluorescencia
rosa en las palmas de sus manos. Le preguntó
a la paciente si había tocado algo que
hubiera podido producir aquel color en su mano.
A ella no se le ocurrió nada salvo que
podía haber sido el volante de su coche.
El doctor intentó
quitarle la mancha con alcohol y una gasa y
el color desapareció, lo que le hizo
pensar que se trataba de algo superficial. Sin
embargo, después de dos horas de haber
sido examinada, la señora volvió
a tener la misma fluorescencia rosa en las manos.
- En los tejidos blandos analizados,
adyacentes a los implantes metálicos
se encontraron conglomerados de células
nerviosas y una total ausencia de respuesta
inflamatoria.
- Todos los implantes fueron
obtenidos en la parte izquierda de los cuerpos.
Casi todos son fluorescentes bajo la luz ultravioleta.
Esto está siendo investigado por especialistas
en biofluorescencia.
- Todos los sujetos del estudio
mostraron una compulsión a consumir alimentos
salados.
- Alrededor del 50 por ciento
de las personas del estudio sufren xeroftalmia
(ceguera nocturna). Cuando se trata de mujeres
la proporción es del 90 por ciento.
- Todos los pacientes estudiados
tienen perfiles psicológicos normales
y según el psicólogo del equipo
tenían personalidades ajustadas y no
padecían ninguna patología.
Los implantes extraídos
fueron analizados en diversos laboratorios,
entre ellos el National Los Alamos Laboratory.
Para determinar los componentes elementales
de las muestras se empleó el LIBS
(Laser-Induced Breakdown Spectroscopy).
Los objetos, de ordinario, tenían forma
de bastoncitos de uno o dos milímetros
de diámetro y menos de un centímetro
de largo. Bajo el microscopio daban la impresión
de ser metálicos y todos excepto uno
mostraban tener áreas de diferente aspecto.
LIBS
es una técnica de análisis en
la cual poderosos impulsos de láser se
enfocan sobre la muestra para generar un microplasma
muy caliente (10.000 grados K). Este
método es muy útil para muestras
microscópicas ya que el rayo láser
puede ser enfocado sobre un área muy
pequeña. El microplasma vaporiza una
pequeña cantidad de la muestra (menos
de 50 nanogramos) y excita a los átomos
resultantes para que emitan luz. Esta luz es
recogida y dispersada espectralmente; el espectro
resultante es el que nos determinará
la composición elemental. Como cada elemento
tiene una única señal espectral
éstos pueden ser identificados.
El análisis metalúrgico
arrojó los siguientes resultados: El
implante que tenía forma de T se componía
de dos bastoncillos metálicos. La parte
interna de la porción horizontal estaba
compuesta de hierro magnetizado y su dureza
era mayor que la del acero más duro.
La cobertura que rodeaba esta parte estaba compuesta
de una serie de elementos diferentes. Parte
de esta cubierta era una banda cristalina que
rodeaba todo el bastoncillo. Cuando se observó
electrofotomicrográficamente el bastoncillo
parecía que estaba estructurado. Un extremo
tenía la forma de púa y el otro
era chato. En el centro del bastoncillo había
una pequeña depresión. La forma
de esta depresión se encajaba con la
protuberancia de la sección vertical.
El trozo vertical tenía una envoltura
semejante, pero su interior estaba compuesto
de carbón en lugar de hierro y era magnetoconductivo,
pero no magnético.
La conclusión final
a la que se ha llegado es que "la
mayor parte de los análisis metalúrgicos
indican que la estructura de estos objetos tiene
un origen extraterrestre. La composición
de los implantes incluye metales cuyas ratios
isotópicas no se dan en nuestro planeta.
Además la forma de estos objetos indica
claramente que han sido construidos haciendo
uso de una tecnología muy avanzada. Si
estos resultados no son científicamente
refutados en subsiguientes análisis podemos
concluir firmemente que algunos individuos que
dicen haber sido abducidos tienen dentro de
sus cuerpos objetos artificialmente manufacturados
de un origen extraterrestre demostrable".
En definitiva, los científicos
que examinaron los implantes, ajenos todos a
la investigación ovni, concluyeron de
una manera clara que por lo menos algunos de
ellos eran de origen extraterrestre al afirmar
que en los objetos que habían examinado
había isótopos cuya estructura
sólo se encuentra en los meteoritos.
A esto habría que añadir la curiosa
coincidencia de que las personas que tienen
en sus cuerpos estos minúsculos objetos,
son siempre personas que han protagonizado una
experiencia de abducción.
El tema es más que interesante.
La investigación continúa y cada
vez es mayor el número de científicos
que extraoficialmente se han apuntado a la investigación
de implantes.
La NBC
tiene previsto sacar en 1999 otro reportaje
con todo el material que acabamos de exponer;
será un especial de dos horas en el que
habrá un coloquio en el que sólo
intervendrán especialistas. La cadena
ha prometido, en este caso, prescindir de los
debunkers, por desgracia siempre presentes en
todos los programas cuyo único fin es
desprestigiar la labor de los investigadores
serios.
POR:
Por Magdalena del Amo
FUENTE:
http://www.esquinamagica.com
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